Los lunes me gusta fingir que estoy vivo. Me subo en el
metro ajeno a los olores y apreturas. Espero en la cola del paro sin importarme
como me ignoran los funcionarios gélidos. Después me uno a las cañas de mis
antiguos compañeros de trabajo. Como nunca he sido futbolero tampoco reclaman
mucho mi opinión sobre la jornada del domingo. Cuando llego a casa por la
noche, ella continúa con la cena haciendo como si yo no estuviera. No me
engaña. Se le da muy bien, pero tengo la certeza de que ella también está
fingiendo.
¡Genial!
ResponderEliminar:-) Gracias, Yolanda
ResponderEliminar