jueves, 6 de mayo de 2010

La reliquia

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared no nos abandonaron las desgracias. La urna la había traído tía Flora de uno de sus viajes religiosos, y a través de su lado de cristal se veía una falange incorrupta. Cuando padre se sintió incapaz de soportar semejantes vistas mientras cenaba chupeteando los huesos de conejo, la guardó en el zaguán contra la opinión de madre. Tuvieron que romperse siete platos, la cadera de la abuela y arruinarse media cosecha antes que padre me mandara volver a colocar la reliquia. Jamás hubiese encontrado valor para traducirles las tres palabras inglesas que, grabadas por debajo, acreditaban su indudable origen japonés.

2 comentarios:

  1. ¡Chachi, Luis! Mañana te escucho, ¡a ver cómo suena tu voz en la radio!
    :-DDD Es coña.
    Me anima saber que las letras vuelven a ti, aunque sea de tarde en tarde.
    Un besote.

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  2. ¡que agco tener una cosa incorrupta en casa! ¡y además con mala leche! besos.

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